LA CONSPIRACION DEL HOMBRE (6ª parte)
El hombre debe aprender a amar. Debe aprender la maneta de permitir que el corazón sea el amo y la mente su sirviente obediente. El hombre debe aprender estas cosas, la mujer las trae consigo. Pero todas estas cualidades han sido condenadas y llamadas debilidades. Aun en los casos en que se eligió a mujeres como individuos extraordinarios, mira lo que eligieron. Se eligió al hombre porque se escogieron las cualidades del hombre en vez de las de la mujer.
Por ejemplo: Juana de Arco tenía todas las cualidades de un hombre. La reina de Jhansi, en India, tenía todas las cualidades del hombre: podía luchar con su espada, podía matar gente sin problemas. Estas son las mujeres que la historia ha elegido y a las que los historiadores han rendido gran tributo, y no representan a la mujer; en realidad han sido elegidas por esta razón, porque son calcos del hombre. El movimiento de liberación de la mujer debe aprender algo fundamental: a no imitar al hombre y a no escuchar lo que éstos dicen de las cualidades femeninas y de la personalidad femenina.
Desecha todas las ideas que el hombre ha estado poniendo en tu cabeza. Además desecha las del movimiento de liberación de la mujer porque también te están metiendo tonterías en tu cabeza. Su tontería es que están tratando de probar que el hombre y la mujer son iguales. No lo son, y cuando digo que no son iguales, no trato de decir que alguien es superior y alguien es inferior. Quiero decir que son únicos.
Mujeres son mujeres y hombres son hombres, no es cuestión de comparar. La igualdad está fuera de discusión. No son iguales ni desiguales. Son únicos. Disfruta de tus cualidades femeninas, haz de ellas poesía. Son la más valiosa herencia de la naturaleza. No las rechaces sólo porque el hombre no las tiene.
Me gustaría que el mundo entero estuviera lleno de cualidades femeninas. Sólo entonces desaparecerían las guerras, sólo así desaparecería el matrimonio, sólo así desaparecerían las naciones. Sólo entonces será posible tener un solo mundo, un mundo amoroso, pacífico, silencioso y bello. Deja de lado todos los condicionamientos que has recibido del hombre. Encuentra tus propias cualidades y desarróllalas. Ni tú debes imitar al hombre, ni él debe imitarte. No hace falta ningún conflicto entre ambos, porque tú eres hombre y mujer al mismo tiempo, simultáneamente.
En vez de crear un conflicto, todo mi trabajo es indicarte el camino, la manera de crear una melodía del conjunto de todas estas cualidades. Así alcanzarás la totalidad como ser humano.
Sermons in stones Capítulo 17, 1987