EL MIEDO Y LA FASCINACION VAN JUNTOS (4ª parte)
Yo solía ir a los templos jainistas y preguntaba: '¿Quién es Mallibhai?' Y el sacerdote comenzaba a temblar, y me contestaba: ¿Eh... Mallibhai? ¿Tú eres jainista? Yo le decía: 'No, no soy jainista, pero tampoco soy un machista. ¿Cuál de estos veinticuatro es Mallibhai?' Entonces, él me lo señalaba. Pero entonces, yo le decía: 'Esta es la estatua de un hombre, los órganos sexuales le cuelgan fuera'. Pronto se dieron cuenta... Así que cada vez que iba a un templo Jaina, me decían: 'El templo está cerrado. Tú tienes prohibida la entrada'.
Este es un mundo machista. Todos los avatares hindús son hombres; no se acepta ni a una sola mujer. No porque no haya habido mujeres de mucha más envergadura, más poder que estos pretendidos avatares, sino que no fueron admitidas sólo por ser mujeres, puesto que este es un mundo de hombres.
Un musulmán puede casarse con cuatro mujeres, se lo permite el Corán. A una mujer no se le permite casarse con cuatro hombres. Ahora bien, esto es injusto. Una mujer no puede entrar en una mezquita musulmana, tiene que rezar fuera. Ella es sucia sólo por ser mujer. Ni siquiera tiene derecho a rezar dentro de la mezquita. En las sinagogas, hay un lugar aparte para las mujeres; están separadas del hombre, no pueden sentarse junto a él. A lo sumo tienen lugar atrás o en el balcón. Esto me recuerda una historia, no sé si es cierta o no. Cuando Golda Meier era primera ministra de Israel, Indira Ghandi, entonces primera ministra de la India, visitó Israel. Quiso ir a una sinagoga y ver el culto judío, ver sus costumbres. Así que Golda Meier la llevó y se sentaron en el balcón. Indira Ghandi le preguntó a Golda Meier: '¿Es un reglamento de la sinagoga que solamente los primeros ministros se sienten en el balcón?', ya que ambas eran mujeres. Golda Meier no quiso decir que la tradición judía mantiene segregadas a las mujeres. Pero Indira Ghandi pensó: 'Este lugar especial nos lo han dado por ser primeras ministras'. En efecto, les dieron un lugar especial, pero no por ser primeras ministras, sino por ser dos mujeres. Aunque sean jefas de Estado, no importa, una mujer es una mujer.
From Uncounciousness to Counciousness, capítulo 6 (Selecciones), 1985