SÓLO PUEDEN POSEERSE COSAS (2ª parte)
Lo segundo: Trata al niño como tratarías a un adulto. Nunca trates a un niño como a un niño: trátale con profundo respeto. Dios te ha elegido como anfitriona. Dios ha entrado en tu ser como un invitado. El niño es muy frágil, indefenso. Es muy difícil respetarle. Es muy fácil humillarle. La humillación resulta fácil porque el niño es indefenso y no puede hacer nada, no puede desquitarse, no puede reaccionar.
Y, por supuesto que la libertad incluye lo malo. Es muy difícil para una madre aprender que cuando se da libertad al niño, no es sólo libertad para hacer lo bueno; es necesariamente libertad de hacer lo malo, de equivocarse. Así que haz del niño alguien alerta, inteligente, pero nunca le des ningún mandamiento; nadie los cumple y la gente se vuelve hipócrita. Por lo tanto, si realmente amas al niño, debes recordar una cosa: nunca, nunca le ayudes de ningún modo, ni le obligues a convertirse en un hipócrita.
Y lo tercero: no le hagas caso a la moralidad, no escuches a la religión, no escuches a la cultura, escucha a la naturaleza. Todo lo que es natural ,es bueno, incluso si a veces resulta difícil, muy incómodo es porque no has sido criado de acuerdo con la naturaleza. Tus padres no te criaron con verdadero arte, amor. Sólo fue algo accidental. No repitas los mismos errores. Te sentirás incómodo muchas veces...
Por ejemplo: un niño pequeño empieza a jugar con sus órganos sexuales. La tendencia natural de la madre es interrumpir al niño porque a ella le han enseñado que esto está mal. Aunque sienta que no hay nada malo en ello, si hay alguien presente, ella se siente algo avergonzada. ¡Avergüénzate! Ése es tu problema, eso no tiene nada que ver con el niño. Siéntete avergonzada. Aunque pierdas tu respetabilidad ante la sociedad, piérdela, pero nunca interfieras con lo que hace el niño. Deja que la naturaleza siga su propio curso. Tú estás aquí para facilitar todo lo que la naturaleza está revelando. Tú no estás aquí para dirigir a la naturaleza; tú sólo estás aquí para ayudar. Así que recuerda estas tres cosas...y empieza a meditar. Antes de que el niño nazca, deberías entrar tan profundamente como te sea posible en la meditación.