Eutanasia
Todo el mundo debería tener el derecho fundamental de que luego de cierta edad, cuando se ha vivido lo suficiente y no se quiere ir con la vida a cuestas innecesariamente… Porque mañana será nuevamente sólo una repetición; se ha perdido toda curiosidad sobre el mañana. Tiene todo el derecho de dejar el cuerpo. Es su derecho fundamental.
Es su vida. Si no desea continuar, nadie debería impedírselo. De hecho, cada hospital debería tener un pabellón especial donde las personas que deseen morir puedan entrar allí un mes antes, se puedan relajar, disfrutar de todas las cosas que han estado pensando toda su vida, pero que no han podido manejar, la música, la literatura… si quieren pintar o esculpir.
Y los médicos deberían tener cuidado de enseñarles cómo relajarse. Hasta hoy la muerte ha sido casi fea. El ser humano ha sido una víctima, pero es nuestra culpa. La muerte se puede celebrar, sólo tienes que aprender cómo darle la bienvenida, relajado, en paz. Y en un mes, las personas, los amigos, pueden venir a verlos y reunirse todos. Cada hospital debería tener instalaciones especiales, más instalaciones para aquellos que van a morir que para aquellos que van a vivir. Permitirles vivir un mes, por lo menos, como emperadores, o sea que pueden dejar la vida sin rencor, sin ninguna queja, pero sólo con una profunda gratitud, con agradecimiento.
Sermons in Stones, capítulo 29