Adi Shankaracharya
Me acuerdo de un hermoso incidente relativo a Adi Shankaracharya, el primer Shankaracharya, quien estableció cuatro templos, las cuatro sillas de shankaracharyas para todas las cuatro direcciones. Tal vez en el mundo entero, es el más famoso de todos esos filósofos que están tratando de establecer que todo es irreal. Sin duda, era un gran lógico porque no dejó de derrotar a otros filósofos, viajó por todo el país y derrotó todas las demás escuelas de filosofía. Estableció su filosofía como la única visión correcta, la única perspectiva correcta: que todo es maya, ilusión.
Shankaracharya estaba en Varanasi. Un día, temprano en la mañana, todavía estaba oscuro porque los monjes hindúes toman un baño tradicionalmente antes del amanecer, él tomo su baño. Y, mientras subía los escalones, un hombre lo tocó intencionalmente, no accidentalmente, y le dijo: “Perdóname, por favor, soy un sudra, un intocable. Lo siento pero tendrás que tomar otro baño para purificarte”.
Shankaracharya se puso furioso. Dijo: “No fue accidental, por la forma en que lo hiciste, lo hiciste a propósito. Tendrías que ser castigado con el infierno”.
El hombre le dijo: “SI todo es ilusorio, parece que sólo el infierno sigue siendo real”. Eso hizo que Shankaracharya retrocediese.
El hombre dijo: “Antes de que te vayas al baño, tienes que responderme unas cuantas preguntas. Si no me las respondes cada vez que termines de bañarte te tocaré”.
Estaban solos, no había nadie más allí, así que Shankaracharya dijo: “Parece que eres una persona muy extraña. ¿Qué quieres preguntar?”.
El dijo: “Mi primera pregunta es: ¿Es mi cuerpo ilusorio? ¿Es tu cuerpo ilusorio? Y, si dos ilusiones se tocan la una a la otra, ¿cuál es el problema? ¿Por qué vas a tomar otro baño? No estás practicando lo que predicas. ¿Cómo, en un mundo ilusorio, puede haber una distinción entre el intocable y el brahmin, el puro y el impuro? Si los dos son ilusorios, si los dos están hechos del mismo material del que están hechos los sueños, ¿A qué viene todo esto?”.
Shankaracharya, el que había derrotado a grandes filósofos no pudo responderle a este hombre simple, porque cualquier respuesta iba a contradecir su filosofía. Si dice que son ilusorios, entonces no tiene sentido enojarse. Si dice que son reales, entonces él acepta por lo menos la realidad de los cuerpos… pero entonces hay un problema. Si los cuerpos humanos son reales entonces los cuerpos de los animales, los cuerpos de los árboles, los cuerpos de los planetas, las estrellas… entonces todo es real.
Y, el hombre le dijo: “Sé que no puedes responder a esto; esto acabará con toda tu filosofía. Te haré otra pregunta: Soy un sudra, un intocable, impuro, pero ¿dónde está mi impureza, en mi cuerpo o en mi alma? Te he escuchado declarar que el alma es pura absolutamente y para siempre y que no hay manera de volverla impura así que ¿cómo puede haber una distinción entre almas? Las dos son puras, absolutamente puras y no hay grados de impureza, o sea que alguien sea más puro y alguien más impuro. Por tanto, ¿ es tal vez mi alma la que te ha vuelto impuro y tengas por tanto que tomar otro baño?”.
Aquello se volvió todavía más difícil. Pero él no se había visto antes frente a un problema así – real, práctico, científico en cierta manera-. En vez de argumentar sobre palabras el sudra creó una situación ante la cual el gran Adi Shankaracharya tuvo que aceptar su derrota. Y el sudra dijo: “No hace falta entonces que tomes otro baño. De todas maneras no hay río, no yo, no tú; todo es un sueño. Ve al templo simplemente –este también es un sueño- y rézale a Dios. Él también es un sueño, porque es una proyección de la mente que también es ilusoria, y una mente ilusoria no puede proyectar nada real”.
Osho, The Great Zen Master Ta Hui, charla #9