Cool.jpg

Calma

“Si te acercas a los monjes católicos, jainistas, budistas, los verás muy nerviosos; quizás no tan nerviosos en sus monasterios, pero si los llevas fuera, al mundo, los verás muy, muy nerviosos, porque a cada paso hay una tentación.

Un ser humano que medita llega al punto en que ya no quedan tentaciones; intenta entender esto. La tentación nunca llega de fuera; es el deseo reprimido, la energía reprimida, la cólera reprimida, el sexo reprimido, la codicia reprimida, lo que crea la tentación. La tentación llega de tu interior, no tiene nada que ver con el exterior. No es que un demonio llegue y te tiente, es tu propia mente reprimida la que se vuelve demoníaca y quiere vengarse. Para controlar esta mente, uno tiene que volverse tan frío y helado que no admite ninguna energía vital en sus miembros, en su cuerpo. Si se permite que la energía se mueva, estas represiones aflorarán a la superficie. Por eso la gente ha aprendido cómo ser fría, cómo tocar a otros y sin embargo no tocarlos, cómo ver a otras personas y sin embargo no verlas.

La gente vive con clichés: ‘Hola. ¿Cómo estás?’. Palabras vanas, que sólo sirven para evitar el encuentro real entre dos personas. La gente no se mira a los ojos, no se coge de las manos, no intentan sentir la energía unos a otros, no dejan que el otro se vierta. Tienen mucho miedo. De alguna forma se las arreglan. Fríos y muertos. Dentro de una camisa de fuerza.

Un ser humano que medita ha aprendido cómo estar lleno de energía, al máximo, en el punto óptimo. Vive en la cima, hace en la cima su habitación. Ciertamente tiene una calidez, pero no es febril, sólo es signo de vida. No está caliente, está sereno, porque no lo arrastran los deseos. Es tan feliz, que ya no busca felicidad ninguna. Está tan cómodo, se siente tan en su casa, que no va a ningún sitio, no va por ahí corriendo y persiguiendo...Está muy sereno".

Osho, Dang Dang Doko Dang, charla #5
Para continuar leyendo, en inglés, clica aquí